sábado, 28 de abril de 2007

Historia de una vampiresa.

La Eternidad. El comienzo. (IV)

Viajaron durante unas pocas noches hasta Barcelona

Alberto ya le había hablado de la jerarquía política de los vástagos en su propia sociedad, él era un obispo y era bastante importante, pero hay alguien que dirige a todos los vástagos de una región, era el arzobispo, y Alberto vivía en Barcelona y debía su lealtad al arzobispo de Barcelona a quien iba a presentar a una nueva cainita del clan Lasombra.

La presentación fue bastante escueta aunque recibió las felicitaciones no solo por su reciente incorporación a su sociedad sino también por el gran trabajo realizado con la aportación de la información francesa. Sin embargo las cosas no pintaban nada bien, las noticias e información reunida por el arzobispo no era precisamente tranquilizadora.

El arzobispo los mandó de vuelta a aquel pueblo, su misión era pasar la frontera y hacer un pequeño reconocimiento de una pequeña avanzada francesa apostada en los pirineos catalanes. Quizá estén esperando la información del fallecido en un triste robo a Marcos de la orden de Malta. "A lo mejor es conveniente que sepan lo que le ocurrió a su topo." comentó el arzobispo con una sádica sonrisa.


En el viaje de vuelta, Alberto le estuvo enseñando bien como manejar las disciplinas de su clan.

-Tengo mucha mas fuerza, mira.- comentó Silvia elevando una pesada roca del suelo.

-No seas mediocre, la fuerza es el ultimo recurso, para eso existen a otros clanes que son buenos para la fuerza, manipúlalos y que luchen por ti, la fuerza es tu último recurso. Eres fuerte y mucho, pero eres mas ducta en otros aspectos y mas con esos ojos y esa boca. Si antes eras deseada a partir de ahora las cosas van a ser todavía mejor, la comida no será un problema para ti.-

-Pero hay una cosa que no entiendo porque volvemos aquí, pueden reconocerme.-

-Solo haremos este pequeño trabajito y luego veremos que hacemos, de todas formas por las noches no hay mucha gente. Además ya sabes manipular un poco las sombras ¿no?- Terminó la frase haciendo él uso de las suyas, y difuminándose parcialmente en ellas.


- Me resulta sencillo utilizarlas, dijo moviendo las sombra de los arboles, pero hay una cosa que no comprendo aún, porque no dominaste a Marcos, es mas sencillo que haberme utilizado a mi, ¿no?-

-Sí y también hay otros vampiros que pueden notar que manipulaba a tu difunto esposo, entonces todo se hubiera venido abajo. Contigo todo fue mas seguro.- Comentaba Alberto mientras iba montándose de nuevo en el carro - marchemos, quiero llegar cuanto antes.-

El carro marchó, dejando un cuerpo inerte al borde del camino. Parecía tener una puñalada en el estomago, aunque esa no fue la causa de su muerte.

La primera noche en el pueblo tomaron unos caballos en dirección a los pirineos, las tropas no podían estar mas lejos de dos horas a caballo, mientras se acercaban, en la ladera de una de las montañas había un pequeño brillo que desvelaba la posición del campamento.

-Estúpidos gabachos- murmuró Alberto.

Entre las sombras llegaron al campamento, en el que había una pequeña disputa, unos decían que apagaran el fuego que los iba a ver, pero el líder se mantenía reacio. Movía la base sutilmente con un leño para que le fuego no se extinguiera, apenas hablaba y su porte daba miedo, cuando los demás se quejaban solo bastaba una sola mirada para callarlos, dos se acostaron, los otros dos se mantenían en guardia, mientras el lider miraba el fuego muy serio.

En tan solo un instante una imagen petrificó a los franceses, excepto a uno de ellos cuyos ojos se volvieron rojos al ver al Sire convertirse en una extraña sombra con tentáculos que mato en breves segundos a tres franceses partiéndoles la columna y dejando atontado al mas fuerte cuyos ojos habían dejado de brillar. Silvia desde las sombras saltó al cuello del último francés paralizado en el suelo, mientras su Sire “hablaba” con aquel extraño. Los gritos de dolor y angustia acallaron los pocos ruidos de animales. El hombre de los ojos rojos comenzó a balbucear palabras y pequeñas frases, mientras comenzaba a llorar. De pronto un aullido congeló el corazón de Alberto y mató sin esfuerzo a aquel ghoul.

- Vámonos.-

Se camuflaron entre las sombras y llegaron hasta los caballos, galoparon lejos de aquel lugar. Al llegar al refugio le explicó que un aullido podía significar dos peligros, u hombres lobo o algún gangrel de la camarilla, el protector de aquel ghoul. Por eso salieron tan rápido, el hombrelobo significa por obligación manada de hombreslobo y significaba una muerte segura con una chiquilla inexperta.Y no quería arriesgarse a averiguar el origen del aullido. Sin embargo ignoraron que un lobo gris de ojos rojos les siguió hasta el linde de la montaña. Y afinó los ojos quedándose con la imagen de esa mujer de ojos verdes, que olía a sangre.

El resto de la noche le estuvo contando más sobre lo que eran y lo que significan los hombres lobo. A largo plazo los vampiros eran más poderosos, ellos eran eternos… Cuantos lupinos podían tramar historias que duraran cientos de años… Sin embargo sus garras y sus dientes, y sus extraños poderes les hacían un duro adversario.

Volvieron a Barcelona, y le transmitió la información obtenida del ghoul al arzobispo este felicitó su trabajo y les permitió descansar un tiempo antes de volver allí a continuar otros trabajos. Sin embargó los acontecimientos se adelantaron, Luis XVI había sido asesinado, la monarquía española preparó un ataque pero las tropas francesas se adelantaron, había más de un delator o había sido un golpe de suerte para el pais francés.

El tiempo pasaba y a pesar de algunas pequeñas victorias los ejecitos avanzaban, la comunidad cainita de Barcelona necesitaba algo de ayuda, los ejércitos no eran solo de humanos y las luchas eran mas encarnizadas.

Una noche fue a ver a su querido Sire cuando al llegar a su despacho observó que no estaba solo, mantenía una conversación con el arzobispo, nombraron a la mano negra como apoyo a su lucha, en ese momento se callaron. Se habían percatado de la presencia de Silvia, esta consciente de ello llamo a la puerta, le permitieron la entrada y se intercambiaron varios saludos cordiales hasta que le despidieron con mucha educación, ella se marchó. Aquella noche a solas con su Sire le preguntó por la Mano Negra, este simplemente se dedicó a ignorarla y a decirle que no se metiera donde no le llaman,… Desde aquel entonces Silvia trataba de buscar información sobre la Mano Negra pero independiente de su Sire, él nunca se lo contaría, al menos no por ahora.

Las cosas empeoraban por días y Alberto y Silvia fueron enviados a Madrid, tenían una cita concertada con el Arzobispo de allí. Varias noches de viaje les llevaron a su destino, Alberto acudión a una reunión en la que ella no pudo participar.Pero a la noche siguiente El Arzobispo de Madrid les pidió que se quedaran para servir de ayuda a mantener las posiciones en caso de ser necesario, que de la ayuda a Barcelona se encargaría él.

Tras unos pocos años en Madrid con pequeños enfrenamientos y algunos pequeños viajes de espionaje a otras zonas, Alberto fue llamado a Barcelona, y no quería que Silvia fuera, las noches ya no eran solitarias, todo el mundo se echaba a la calle, mucha gente de los pueblos retrocedían a grandes ciudades para protegerse, no podía arriesgarse a que la recocieran,todavía era pronto para volver a Cataluña, no hacía tanto tiempo del asesinato, además fue llamativo pues mas tarde salió a la luz que fue un traidor a la corona, y ella había sido una de las mujeres mas hermosas de aquella región, con titulo nobiliario y las tierras y tesoros de la familia del difunto habían sido cedidas a otra familia nobiliaria por su lealtad a la corona, la familia Aller.

En una última reunión con el arzobispo de Madrid, Alberto y Silvia se despidieron de él, Alberto le pidió a Silvia que marchara a Sevilla, había rumores de que alguien la seguía y quería tenerla protegida, el Arzobispo de Sevilla y ambos se tenían cierta simpatía. Sabía que Aitan, arzobispo de Sevilla la había conquistado hace muy poco, eliminando la mancha camarilla que quedaba. El arzobispo de Madrid le ofreció protección para el viaje hasta Sevilla sin coste alguno, en agradecimiento por su ayuda durante esos años.


La despedida fue bastante dura para Silvia, no quería separarse de su Sire, pero Barcelona se estaba levantando y requerían a su Obispo, que había abandonado durante mucho tiempo sus responsabilidades. Una lágrima carmesí se deslizó por la mejilla se Silvia mientras se alejaba de Madrid, el lazo de sangre seguía siendo muy fuerte.

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