viernes, 27 de abril de 2007

Historia de una vampiresa.

Libertad. El Abrazo. (III)


Llegaron a la mansión de Alberto y él la dirigió hacía una habitación a la que nunca había entrado, solo verla daba escalofríos, estaba vacía, ningún retrato colgaba en las paredes, los muebles eran inexistentes, las paredes eran de fría piedra y no entraba luz alguna, y tan solo una silla, se semejaba a un trono en el fondo de aquella habitación elíptica, pero estaban sumergidas en unas sombras que apenas permitián distinguir aquel enorme asiento. Alguien estaba sentado pero al igual que el aquel "trono" estaba como oculto en las sombras, aunque más bien parecía una de ellas. Los candelabros iluminaban tenuemente la habitación, el silencio era sepulcral, y tan solo oía sus propios pasos y el latido de su corazón. Mientras caminaban, sus ojos se fueron haciendo a aquella oscuridad, y observo un estraño dibujo escupido en el suelo, justo en el medio de la habitación, una corona, como la de un rey con una pequeña cruz en la parte superior, Alberto le indico que se colocará ahí y el se retiró cerca de aquella sombra que le observaba desde aquel trono de sombras.

-¿Es ella?- preguntó aquella sombra. Alberto afirmó.

Aquella voz hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo, jamás escuchó un tono grave y tan espeluznante, sin embargo había algo que lo hacía dulce, era una extraña mezcla de sensaciones contradictorias.

-Silvia, este es mi Sire Diego de Gilabert.-

Silvia tuvo ganas de preguntar, pero algo le decía que era mejor estar callada hasta que le indicaran explícitamente que hablara, hizo simplemente una inclinación de cabeza a modo de saludo y respeto.

-Dime Silvia, ¿es cierto que has asesinado a tu marido? A alguien que te ha dado posición, manutención,… ¿y le traicionas así? - Las preguntas sonaban a duras acusaciones.

-Él nos traicionó antes.-

-Eso es cierto, iba a permitir la entrada no solo de mortales franceses. ¿Sabes a lo que me refiero? – Aquella voz dura y fría le trataba con desprecio, aunque sus palabras no reflejaban tal cosa.

- Sí, esa entrada era una de las tapaderas para permitir el paso de la Camarilla, aunque bien es cierto que mi marido esa última parte la desconocía. -

Desde las sombras Diego de Gilabert no sonreía, pero no le desagradaba del todo esa mortal que pretendía ser del noble clan de Lasombra, salvo el hecho de que era una mortal, un simple saco de sangre, sin embargo el alma de esa mortal podría servir bien al clan, sus ojos examinaron el interior de Silvia, sus sentimiento, sus recuerdos,... sin que ella lo notara.


Parte de la noche fue una continua lluvia de preguntas a las que Silvia respondía segura de si misma, ella se consideraba digna de la vida eterna y mucho más. Se escuchó como un suspiró desde las sombras, se levantó y dejó verse, las sombras parecieron disolverse como el humo de una hoguera en el viento, a pesar de que su rostro no aparentaba mas de los treinta, en sus ojos se veían siglos de conocimiento. Era bastante atractivo, y sus rasgos muy varoniles, contrastaban con la hermosa suavidad de Alberto.

-Serás abrazada, y considéralo algo mas que un regalo por tus servicios, tu personalidad, tu convencimiento y otras cualidades te hacen digna de nuestro clan. Pocos ghoules son abrazados querida, no sois más que meras herramientas, pero tu has demostrado ese algo mas. Pero te advierto que si algún día demuestras flaqueza o deshonras nuestro clan, si Alberto no se encarga de ti, yo mismo seré quien te muestre el fin de todo. Quizás nos veamos en un futuro.- Cambiando su tono frío y severo por otro ligeramente mas amable se dirigió a Alberto.- He de marcharme, el día se acerca y aun tengo que aclarar unos asuntos. Disfrutar de lo que queda de noche.- Terminó difuminándose en las sombras.

Alberto se giro hacía Silvia y le confesó al oído “¿Sabes que si tú no me lo hubieras pedido a lo mejor yo te lo habría ofrecido?” Silvia sonrió e intentaba disimular su nerviosismo y excitación, pero el cuerpo entero le temblaba. Alberto retiró el pelo de su cuello y comenzó a besarlo con sus friós labios, su manos acariciaron su cuerpo de manera experta a pesar de ser un Sabbat, para el cual los placeres carnales, se habían convertido en un mero acto casi sin placer, salvo el de la sangre que brota de los cuerpos que posee. Silvia sin embargo todavía estaba viva y todavía sentía de manera muy intensa todas esas caricias que se volvían mucho mas excitantes con el miedo a su abrazo. Cuando Silvia parecía perder las fuerzas, le agarro por la cintura sosteniendola sin ninguna dificultad, volvió a besar su cuello pero el beso termino con un dulce mordisco y bebió hasta la última sangre mortal, apoyó su cuerpo en el suelo, mordió su muñeca y deja caer vitae en su boca, como si despertara de una pesadilla Silvia se agarró a la muñeca de Alberto, bebiendo todo lo que podía de ella. Él la retiró bruscamente para poder separarla de Silvia, dio un par de palmadas y una puerta se abrió de la que salieron dos muchachas y dos muchachos atados y muertos de miedo. “Es hora de que te alimentes” dijo Alberto lamiéndose su herida para cerrarla. Silvia se lanzó a por uno de los humanos y los devoró en muy poco tiempo, los humanos restantes gritaban aterrorizados, Alberto se regocijaba de aquel espectáculo, y observaba complacido como su chiquilla se alimentaba tan feliz. Él se unió a aquel manjar junto con su nueva chiquilla. El resto de la noche fue una bacanal de sangre, en la que ambos se desnudaron y pasaron una noche mas en aquel acto en el que Silvia observó que las cosas habían cambiado, la sangre era mucho mas intensa que todos los orgasmos de su vida juntos. Era algo totalmente diferente. La noche terminaba y ellos dos se encontraban embadurnados de sangre, tirados en el suelo y mirando simplemente sus ojos, los de Silvia habían cambiado, tenían un brillo diferente,... La noche estaba llegando en el exterior. Y a pesar de que era imperceptible para ellos, sus cuerpo cayeron rendidos y exhaustos.

A la noche siguiente se despertó y él ya se había levantado, le indicó que se vistiera con sus mejores ropas, tenían que visitar a alguien…

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