lunes, 23 de abril de 2007

Historia de una vampiresa.

Enjaulada. Vida mortal.(I)


Año 1786...

A la edad de trece años, Silvia de Cabriñana ya mostraba una gran atractivo físico, pero al ser hija de aristócratas nadie podía tocarla, se mantenía en su mansión encerrada, sus libros eran su única diversión, aunque aquello enfureciera a su padre, “las mujeres no deben leer, sino aprender a satisfacer a su marido, cada vez te pareces mas a tu madre.” Esas palabras resonaban como una tortura en su cabeza, varias veces a la semana”

Ariadna, su madre, como mujer noble obligada a casarse, tenía una mirada fría, con odio en sus ojos, y toda su ira contenida la transmitió a su hija, ensañándole como manipular a los hombres. “Todos se manejan por el mismo patrón, pero debes aprender mucho hija, lee y aprende de este mundo, y así te será mas fácil conseguir lo que deseas” Desde pequeña escuchaba ese discurso, y ella decidió que aprendería, todo lo que pudiera. Aprendió a leer y escribir, y dos idiomas, como corresponde a una señorita de su clase. También le instruyeron en como comportarse en sociedad, como vestir, como hablar,…

Silvia a los catorce años asistió a su primera fiesta social, organizada por sus padres, para muchos amigos de su estatus. Ella se sentía emocionada, esas fiestas en las que veía a su madre muy hermosa con tantas joyas y esos vestidos que parecían cosidos con oro. Ahora le tocaba a ella también vestirse con tanto lujo. Las criadas vinieron a ayudarla a vestirse, colocándole aquel vestido que era mucho mas recatado que el de su madre, sin embargo se veía hermosa, no tenía nada que envidiar a aquellas hermosas damas que llegaban a su casa, en lujosos carruajes. “Señorita va a ser el centro de miradas esta noche, ¿sabe porqué? Porque ninguna lleva esas dos esmeraldas en los ojos” Silvia sonrió pero le pareció algo estúpido viniendo de su criada. Se asomó a la ventana y vio como iban llegando carruajes y gente muy elegante, esta vez no tendrá que quedarse encerrada en su habitación para soñar con las fiestas. Las criadas se fueron después de acicalarla perfectamente par la fiesta, poco después llegó otra que le pidió que bajara, su padre la estaba llamando.

Al bajar, su padre la presentó a todos sus amigos, todos fueron muy cordiales y amables, pero desde los rincones muchos de esos ojos eran de deseo. Ella sabía que eso era bueno, el primer paso para conseguir aquello que deseabas es hacerte deseable, si ya te desean solo tienes que pedir. Pasó la noche hablando de banalidades con algunas de las mujeres de la fiesta. En ese momento observó que su madre no hacía compañía a mi padre, este estaba muy ocupado hablando con sus grandes amigos del gobierno catalán, consejeros de la monarquía y demás. Se disculpó de sus interlocutoras, que le recordaban a las aves que tenían en el pajarero del jardín, buscó a su madre en el resto de la sala, pero no había manera, a lo mejor había salido al jardín, no hubiera sido extraño con el calor que hacía en la fiesta. Al salir observó como una figura se ocultaba entre los arcos que dibujaban los setos. “¿Un ladrón?” pensó, o quizás otra vez la nueva cocinera se estaba liando con algún mozo para sacarse un sobresueldo, se dirigió furiosa hacía los matorrales para zarandear a esa furcia desagradecida. Al asomarse se escandalizó, dos cuerpos desnudos estaban tendidos entre varios arbustos que contemplaban como se fundían ambos, medio oculta los observó con cierta curiosidad, pero al descubrir que su madre era la que gemía bajo aquel joven cuerpo, se marchó corriendo. Entró a la fiesta, y se comportó como si aquel pequeño episodio no hubiera existido. Al finalizar la fiesta su madre ya estaba con el resto de los invitados, despidiéndolos, y más feliz que cuando empezó la fiesta. Su padre invitó a quedarse a un hombre que rondaba los 35, su físico dejaba ver que no pasaba mucha hambre en su vida.

Silvia subió a la habitación con su madre, ella quería que le contará que le pareció su primera fiesta, “Parece un concierto de gallinas, pocas sabían temas interesantes de los que hablar, y hubo un momento que no supe donde estabas, y te busqué por toda la sala” La madre la miró, y miró la puerta de la habitación que estaba abierta, se levantó y la cerró. “Estaba atendiendo unos asuntos” respondió la madre. “¿En el jardín?” preguntó sin ningún tipo de emoción en la voz. La madre se sonrojó, y le explicó lo que eran los amantes y que ella también debería tener cuando se casara, un hombre no es suficiente para satisfacer a una mujer. “Pero hay que saber elegirlos, y evitar que tu marido se entere a pesar de que ellos tengan más mujeres en su vida”.

El padre abrió la puerta de la habitación y mandó enseguida a su hija a dormir. No medió más palabras, pero regresaba feliz. Silvia tendría mas noticias de aquella felicidad que embargaba a su padre mas adelante.

El día siguiente transcurrió tranquilo, había que descansar de la noche anterior, Silvia observó como se encerraron sus padres en la biblioteca y no salieron de allí hasta pasadas tres horas como mínimo. Los padres se acercaron y le informaron que su enlace matrimonial había sido concertado. Silvia sintió que su esencia vital se desvanecía pero ella seguía allí escuchando esas terribles palabras.

-Un miembro del gobierno catalán se fijó en ti anoche y desea hacerte su esposa, le pareciste joven hermosa y educada. Vendrá esta tarde para concertar tu dote, mas te vale comportarte y no echarlo todo a perder.- tras decir esto se marchó, tenía cosas importantes que hacer según él.

Aquella tarde llegó Marcos, fue presentado como Marcos de la orden de Malta. A pesar de ser parte del gobierno catalán, su acento era mas bien como portugués. Había sido un hombre que ayudó mucho a la corona española y fue recompensado por ello, había ascendido mucho en su carrera política y social. Se quedó como atontado cuando entró en la sala Silvia. Ella había estado todo el día maquinando como hacer para que él la detestara durante la visita, un mal comportamiento, alguna contestación inapropiada,… Pero sin saber porque cuando se enteró del poder que poseía aquel hombre pensó que podría sacarle provecho a su matrimonio. Sin embargo se ponía enferma cada vez que veía aquel hombre, solo pensar estar en la cama con ese individuo le revolvía las tripas.

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